Sin entrar en el debate sobre la reforma de la ortografía, con la cual no puedo estar más que a favor (en la línea del documento redactado por David Galadí-Enríquez, disponible en http://www.dat.etsit.upm.es/~mmonjas/reforma.html
), me centraré en la descripción de las reglas que regulan la parte de la ortografía conocida como acentuación. Explicaré, por tanto, las reglas definidas por la Real Academia Española para la colocación de la tilde en las palabras. A diferencia de las que regulan la escritura de la palabra que, al estar basadas muchas veces en criterios etimológicos, no resultan evidentes, la colocación de la tilde se hace siguiendo unos criterios objetivos que hacen unívoca la tarea de colocar la tilde.
El castellano es un idioma cuasifonético en su escritura. Un texto correcta y completamente acentuado puede ser leído sin ambigüedad por cualquier persona, sea o no hispanohablante (lo cual no sucede, por ejemplo, con el idioma inglés). Por comodidad, desidia, deficiencias educativas, o por falta de facilidades tecnológicas, el uso de la tilde (no sólo, pero especialmente, en el entorno de Internet) va retrocediendo.
La primera versión de este documento (bastante fragmentaria) se basó en las normas citadas en mis libros de Lengua Española de EGB (aproximadamente secundaria para los no españoles) y en diversos libros de estilo (el del diario El País, de España, y el de la agencia española de noticias EFE). Para esta versión, que pretendo que sea totalmente exhaustiva, he seguido las siguientes referencias:
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